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jueves, 25 de febrero de 2010

LA JUSTICIA, UNA VIRTUD RELACIONADA CON EL AMOR

Hoy en dia se habla mucho sobre la justicia, lamentablemente son pocos los que se empeñan en ponerla en práctica. No me detendrè hablando de los diversas clases de justicia (Conmutativa, Distributiva, Judicial, ect.), lo unico que deseo, es exponer la estrecha relaciòn que tiene esta virtud con el amor (caridad). En efecto, no se puede practicar la Justicia sin "amar"; del mismo modo, serìamos mentirosos si decimos que amamos a los demàs y no practicamos la virtud de la Justicia, ambas se relacionan.
Antes de continuar, veamos cual es el verdadero sentido de este tèrmino:

El verdadero sentido de la Justicia

En el sentido comùn y ordinario quiere decir: "Dar a cada uno lo lo suyo" "darle al otro lo que le corresponde". El tèrmino en nuestra lengua moderna no nos aclara el verdadero sentido, asì lo expresa el Papa Benedicto XVI en su mensaje para la Cuaresma 2010. Ahora, nos ponemos la pregunta: ¿Què es eso que le corresponde a los demàs?, ¿que es lo que devo dar al otro y que le corresponde? -Podemos añadir incluso: "Yo no tengo nada que el otro me haya dado en prestamo".

En realidad, si pensamos que la justicia consiste en "devolverle al otro algo que me ha dado en prestamo", estamos equivocados, porque en sentido estricto quiere decir: Darle al otro lo que se merese o le corresponde por el hecho de ser persona, es decir: algo intrìnseco a ella. El tèrmino latino lo dice con màs claridad: "Iustitia est: constans et perpetua voluntas ius suum unicuique tribuere", es decir: la constante y permanentemente voluntad de atribuir al individuo (a cada uno) lo que es suyo. El pueblo de israel usaba el tèrmino "sedaqad" (Justicia) para indicar que la verdadera justicia consiste en una "aceptación plena de la voluntad del Dios y a la vez, equidad con el pròjimo".

Hablar de Justicia, por lo tanto, no es de "devolver" o "regresar" al otro, sino de "dar" "donar" al otro aquello que se merece por el hecho de ser persona. En consecuencia, solamente si amamos a los demàs los trataremos como lo que son (personas). Pero ¿Còmo los amaremos si antes no amamos a Dios? Quien dice que ama a Dios pero aborrece a su hermano, es un mentiroso.

Existe por lo tanto, una primacìa: el amor a Dios. Amando a Dios, amaremos al pròjimo, y sòlo amando al pròjimo podremos darle el verdadero sentido a la Justicia.

                                                                                                                   David Arturo Pineda Escobar