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sábado, 7 de agosto de 2010

LAS PERSECUCIONES FORTALECEN A LA IGLESIA


Hace unos meses, la Iglesia estaba pasando por unos momentos difíciles, por motivos de escándalos hacia sacerdotes que (supuestamente), hace más de 50 años algunos clérigos habían sido acusados de pedofilia, por si parece poco: acusaban al Papa Benedicto XVI, que en aquel tiempo era Car. Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1981-2005) de haber callado y no haber tomado las medidas “necesarias” respecto al caso de Lawrence Murphy, sacerdote estadounidense, que el diario The New York Times lo subrayaba como pederasta por supuestos abusos entre los años 1950 y 1974. Luego, es acusado de haber alojado en su diócesis, cuando era arzobispo de Munich, a un sacerdote con antecedentes de pedofilia que estaba en tratamientos terapéuticos.
Ante esta problemática, digamos que: La Iglesia, por ser “Mater et Magistra” (Madre y Maestra), con sabiduría conduce a sus hijos hacia la salvación y con prudencia procede ante las debilidades de sus miembros, es ella quien nos instruye y nos dice el modo de proceder, por lo tanto; en aquel tiempo no era la solución denunciar a los demás como hoy se objeta que se hubiera procedido de esta manera. El Papa, ante tal problemática, en una carta dirigida a los sacerdotes de Irlanda, expresa la “vergüenza y el remordimiento” de toda la Iglesia por los abusos cometidos, además anunció que los responsables de dichos actos, serán “juzgados por Dios y la justicia”; de modo que la forma actual de proceder, según el Papa, es denunciando a los culpables, cosa que no era así en aquellos años.
Yo siempre he sostenido: El estiércol que se les hecha a las plantas, aunque al inicio ofende e incomoda por su mal olor, sirve de abono y fortalecimiento para ella. Análogamente, en la Iglesia, al inicio incomoda muchas críticas y “basura” (estiércol) que arrojan hacia la Iglesia, pero al final, la Iglesia sale fortalecida con la gracia de Cristo, quien nos aseguró estar con nosotros hasta el fin del mundo (Mt.28,20).
Me viene en mente cuando, por medio de una ley, se quería quitar el crucifijo de las escuelas que desde muy antiguo se tiene por tradición, por patrimonio cultural o como signo Cristiano en la parte central del salón de clases. La realidad es todos los alumnos y demás público que entraba en las aulas, pasaban desapercibidos del crucifijo y no le daban grande importancia, incluso muchos de ellos ni se les había ocurrido reflexionar sobre el sentido de la cruz; pero ahora que querían aprobar ese decreto en el que se removerían todos los crucifijos y objetos religiosos de las escuelas, todos reflexionaban y se preguntaban sobre el sentido de la Cruz. Como he dicho antes, “El estiércol que se les hecha a las plantas, aunque al inicio ofende e incomoda por su mal olor, sirve de abono y fortalecimiento para ella”. Fue de gran provecho para la Iglesia estos momentos porque nos llevo a reflexionar e incluso meditar sobre el sentido de la Cruz, no solo a los que ya éramos Católicos, sino a todo aquel que dice ser Cristiano e incluso los que no profesan algún tipo de fe.